Día 80ynoséqué [Bitácora]

Teléfono ochentoso

Ando dando tumbos en el metro desde las 10 am. Hoy es el día ochentaynoséqué de manifestación convocada. Prevén caos a partir del mediodía — y toca ir a la oficina-. Son 7 estaciones y una conexión para llegar; el sol y el malandreo de Nuevo Circo son serios. La clave para sobrevivir: hacer creer que sabes a dónde vas.

Hora de iniciar mi trabajo, 12 m. Entro a una vieja oficina donde mi portátil blanca resalta en medio del polvo marrón. Una alfombra a media pared, un globo terráqueo (siempre he querido uno), fotos familiares y un teléfono que hace juego con el ambiente de antaño. Leo, copio, pego, edito; a final de jornada escucho Nantes de Beirut, tomo una foto del viejo lugar y como mi caramelo — que no sé de dónde salió- mientras pienso en el Deléitate. Mira que sí hay. Comparte y disfruta ¿Quién dijo yo?

Vuelvo a casa a las 4 pm a almorzar. Camino una estación más porque la mía está cerrada. La gente linda (como de revista) de Los Palos Grandes tienen trancadas las esquinas de sus edificios. Escuché el “no seas indiferente, quédate” que lanzaban a todos los que seguían de largo. Me limité a avanzar; no sin antes echar ojo de un árbol o muro donde esconderme en caso de que pasaran echando tiros.

Una cuadra y banderas. Una cuadra y el sonido del metal sonando. Una cuadra y basura quemándose. Una cuadra más y cascos verdes. Una cuadra más y llego a casa. Nadie sabe cómo la pasa el otro, uno solo imagina. Si comió, si le mataron a alguien, si ya no da más… si dio mucho.

En el camino recogí un mango, pasos adelante se lo di a un señor. Todo camino a casa. Un día más, uno a la vez.

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