Te recuerdo amor, te recuerdo
pero hay que dejar a los muertos, muertos.
Dejar de alumbrarlos con velas,
hay que poner montículos de sal
en las esquinas de la habitación -la sal también espanta recuerdos-
y si pasa los poros de la piel, quema y te despierta.
Hay que dejar a los astros su luminiscencia,
allá lejos, en el alto cielo nocturno.
Y si las luces y el metal no me llevan,
y mi garganta en candela traga vidrios,
juro que el gallo no cantará,
su canto, se quedará con mi olvido.
[Invocando no Invocar (2011)]
0 Comentarios